martes, 24 de noviembre de 2015

Mi primera canción

Corría el año 1988 cuando se publicó un disco en vinilo que cambiaría mi vida y la de varios de mis amigos para siempre, se trataba del álbum Llena tu cabeza de rock en español 88.

En años anteriores se habían publicado varios "llena tu cabeza de rock", que recopilaban lo mejor del rock en inglés de cada año, era algo como el "14 cañonazos" pero del rock.  Sin embargo, ninguno de ellos tuvo un impacto tan grande como éste, pues por primera vez en Colombia esa música, que ya existía desde décadas atrás en nuestro país, alcanzaba una difusión exitosa y comercial tal como había sucedido en Argentina desde la época de los inicios de Spinetta o Charly García en los años 60's.

Fue un impacto muy fuerte para aquellos niños prepubertos de la Unidad Residencial Aranjuez, poder cantar y entender la letra de una música diferente a la de nuestros padres, no más música de plancha, no más boleros, no más salsa.  Esta era la música que necesitabamos para reivindicar nuestra identidad como generación rebelde que quiere desapegarse del yugo mater-paternal, que quiere establecer su propio discurso, en donde las barreras del idioma eran derrumbadas y se podía hablar de lo que se quisiera, sin límites morales.

Varios de mis amigos compraron dicho vinilo y nos pasabamos horas escuchándolo una y otra vez, aprendiéndonos sus letras y esperábamos con ansias los días sábados a las 8 A.M. para encender la radio en el dial de la emisora Caracol Estéreo que pasaba un programa radial que tenía un I.D. que cantaba "radioactividad, actividad radiaaal".  Particularmente Andrés Mejía y yo empezamos a competir para ver quien lograba coleccionar la mayor cantidad posible de canciones de rock en español provenientes de dicha emisora grabadas en nuestras caseteras; pero también de otras fuentes sonoras, comprando vinilos y cassettes o pidiéndolos prestados. Era una obsesión y un duelo a muerte.

Pero aquellos niños inquietos no nos limitamos a simplemente cantar lo que nos llegaba del exterior, a acumularlos en las cajas llenas de cassettes o a competir por quien era capaz de aprenderse de primero la letra de "El IVA hecho fácil" de La Trinca, "Mi abuela" de Wilfred y la Ganga, o "Come mierda" de la Polla Records, sin quererlo un día cualquiera empezó un juego que logró desafiar nuestra creatividad.

Andrés Mejía era socio del Club Farallones de Cali y uno de nuestros planes regulares de los domingos era que me invitara a pasar juntos el día allá, como un par de mejores amigos. Usualmente lo que hacíamos era meternos a la piscina, comer, caminar por las canchas de tenis y de vez en cuando intentar jugar golf. Pero un día Andrés llevó en su maletín un par de baquetas que él usaba porque pertenecía a la banda marcial del colegio Pio XII y eso ahuyentó nuestras ganas de piscinear porque lo que hicimos fue treparnos a un árbol y buscar las ramas mas fuertes que encontraramos para fabricarme un par de baquetas para mí y así pudieramos estar en igualdad de condiciones.  Luego descubrimos la fascinante acústica de las canchas de raquetball, nos pasamos toda la tarde encerrados en las canchas golpeando el suelo y las paredes, creando ritmos, reproduciendo los de la banda marcial, hasta que llegara alguien que fuera de verdad a jugar con sus raquetas y nos ibamos para otra cancha. 

Allí fue donde la magia ocurrió, empezamos a improvisar nuevas canciones emulando aquel rock en español que corría por nuestros cerebros y en medio de aquel éxtasis creativo llegó una idea brutal por parte de Andrés: "si yo fuera rico lo daría todo a las mujeres". De inmediato corrimos a buscar un papelito donde anotar la genial letra producto de aquella inspiración repentina, antes de que se nos olvidara.

Apenas llegamos de nuevo a nuestra Unidad le dije a Andrés "¡tenemos que grabar esas canciones!, utilicemos el micrófono estéreo marca Sony que tiene mi equipo de sonido Akai, ese mismo en el que grabamos nuestras parodias de los noticieros en años anteriores".  Así fue como fuimos corriendo a mi casa y preparamos todo el arsenal de instrumentos para grabar aquello que había sucedido en el Club: las baquetas reales de Andrés, las baquetas artesanales de Julián, un libro viejo para hacer "el bombo", una regla de plástico para que al golpearla diera unos brillos que emularan un hi-hat y un gancho de ropa que serviría como piaña para sostener el micrófono mientas tocamos.

Todo estuvo listo, conectado y seteado. Faltaba tener una excusa para que la grabación fuera un juego, así que decidí que debiamos crear una especie de introducción de un locutor que copiara a la única emisora de rock que existía en aquella época en Cali, la 96.5 FM Todelar Stereo y así fue como grabamos nuestra primera canción que se llamó "estrella de luz" de la cuál lo único que recuerdo era el coro que decía:

-Julián: "Estrella de luz".
-Andrés: "¡ayúdame!".
-Julián: "estrella de luz".
-Andrés: "¡ilumíname!".

La canción nos pareció muy trascendental y poco divertida, así que procedimos a borrarla, grabando encima una nueva canción llamada "No me vuelvan a invitar".  Cabe aclarar que todo esto se grabó improvisando, ya que la única letra que habíamos escrito de verdad fue la del papelito en el Club.

Esta es la canción:





Quedamos felices con el resultado, así que era el momento preciso para grabar la canción que sería el éxito de la Feria: "Si yo fuera rico", una clara influencia de Los Hombres G.




En esa misma noche le siguieron otras canciones que se grababan y se anunciaban como si fueran de una banda diferente.


- Come y te sentirás mejor (influencia de la Polla Records)






- El Pie (queriamos algo medio Toreros Muertos o La Trinca)



A partir de ese día creamos un nuevo juego de niños al que después empezamos a invitar al resto de nuestros amigos, el juego se llamaba "vamos a grabar donde Julián" y las reglas eran simples:

1. Agarra cualquier objeto que suene.
2. Elije el nombre de tu canción.
3. Improvisa la letra.